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domingo, 19 de julio de 2015

Educar en la felicidad...

La maternidad te envuelve de una manera que a veces te olvidas de que tienes tu vida, independientemente de tus hijos.  A veces, yo me veo envuelta de esa manera, que me olvido de mí misma, e inevitablemente te sientes mal. Porque la maternidad lo que también trae es una oportunidad de conocer muchas cosas que antes posiblemente ni te planteabas. Des de mi punto de vista, la maternidad me ha llevado a querer aprender sobre cómo gestionar las emociones, que muchas veces la falta de consciencia sobre lo que estamos sintiendo nos lleva a tener conflictos con nuestros hijos, y al revés, la falta de consciencia de lo que sienten nuestros hijos también. Es más diría, que esta es la principal fuente de conflicto. La falta de empatía para entender por qué tu hijo o hija se comporta de cierta manera.

Siempre me ha atraído la psicología, de hecho siempre me había propuesto que en el algún momento de mi vida, cuando tuviera seguridad económica y tiempo, me dedicaría a estudiar esa disciplina. Ahora en cambio, consciente de mis limitaciones (principalmente en cuanto a tiempo) busco y leo todo aquello relacionado con la gestión de las emociones y la inteligencia emocional. Y además trato de aplicar en mi día a día, unos días con más éxito que otros. Pero aquellos días que no consigo controlar mis emociones, y estalla el conflicto, intento reflexionar sobre por qué salió mal y qué podría intentar hacer la próxima vez para mejorar ligeramente la situación, y crear más paz y armonía en mi hogar.

Todo esto quizás suene a vacío, o quizás parezca un ideal, pero debo decir que ayer  me sorprendí muy gratamente cuando descubrí que mi pareja, en una situación digamos que delicada con mi hija, en la que ella se encontraba de mal humor, enfadada vamos. Le dio una patada a su padre que tiró un tazón que contenía yogurt y que manchó la ropa que él llevaba. Y para mi sorpresa, él guardó la calma, e intentó hablar con ella para limpiar lo que se había manchado. Para mi esto fue increíble, porque él hizo un gran esfuerzo en modificar su "respuesta automática" (que todos tenemos) de querer gritar y enfadarse con su hija, y aunque mi hija se puso a llorar porque se empezó a sentir mal al ver lo que había hecho, fue consciente de su acción! Pudo haber una reconciliación a los pocos minutos. Fue muy hermoso! y me sentí feliz!!! muy feliz!!!! de ver que pese a que muchas veces me encuentro muros contra mis palabras y reflexiones, al final poco a poco veo que en verdad estoy contribuyendo a esa bendita paz y armonía con la que todos nos gusta tener en nuestro hogar. ¿A quién le gusta un hogar donde contínuamente haya gritos y reproches? ¿Como nos gusta que nos traten a nosotros? ¿Y a nuestros hijos, nos preguntamos a menudo como les gusta que les tratemos?

En este sentido, recientemente he descubierto un taller que se llama EDUCAR EN LA FELICIDAD. Y cuando asistí a escuchar en qué consistía, me di cuenta que es realmente lo que intento aplicar cada día en mi vida, con más o menos acierto. Os dejo la web por si alguien quiere consultarla y ver en qué consiste exactamente esto de Educar en la felicidad: http://educarenfelicidad.com/ 




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